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Blog COmenTO

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18.7.06

La Razón

La prisión de las mil y una revueltas



- Un empleado de la cárcel coruñesa de Teixeiro fallece de un infarto en medio de una violenta refriega de los presos más peligrosos - Los sindicatos denuncian que cada semana se registran uno o dos altercados

R. L. Vargas

Madrid- La prisión de Teixeiro (La Coruña) no es lo que se dice un remanso de paz. El pasado año se registraron 75 incidentes -tres de ellos graves-, cantidad que supera la suma de todos los percances ocurridos en el resto de centros penitenciarios gallegos. En las refriegas perdieron la vida dos internos. Este año, por el momento sólo ha perdido la vida un recluso, aunque no hay semana en la que no haya uno o dos incidentes de cierta gravedad. Uno de estos altercados ha sido, precisamente, el que se ha llevado por delante a un funcionario del centro, el jefe de servicios del turno de noche, que falleció de un infarto la noche del domingo mientras trataba de sofocar una violenta revuelta en el módulo de aislamiento, donde cumplen condena los delincuentes más peligrosos.

El robo de una varilla metálica de una cisterna fue el detonante de los altercados. La «desaparición» del objeto disparó todas las alarmas, pues hace un mes el interno que acabó con la vida de su compañero de módulo trató de matarle empleando para ello un «pincho» que se había fabricado con el refuerzo metálico de unos zapatos. Al no conseguirlo, acabó con él a golpes, pero el precedente era más que preocupante como para dejar pasar el robo.

Según explicaron fuentes de la prisión, en el momento en que se tuvo conocimiento de la sustracción de la varilla se intensificaron los cacheos a los presos y los registros de sus celdas en busca de la misma, que todavía no ha sido localizada. Tanto control no sentó bien a los internos y estalló la revuelta. Sobre las ocho y media de la tarde del domingo, varios presos del módulo de aislamiento del centro -tres, según Instituciones Penitenciarias, siete, según el sindicato CSI-CSIF- comenzaron a autolesionarse profiriendo todo tipo de amenazas contra el personal del centro. Fuentes del centro explicaron que el subdirector tenía previsto reunirse con ellos para hablar del asunto de los cacheos y los registros y que, al no llegar a celebrarse el encuentro, estalló la revuelta.

Calma aparente. El incidente no parecía destinado a ir a mayores, pues después de curar a los heridos en la enfermería del centro todo volvió a la calma, aunque sólo de modo aparente. Entre las diez y media y las once de la noche, sin embargo, la situación estalló. Siete de los internos del módulo retomaron la protesta de un modo más violento, destrozando el mobiliario de sus celdas e hiriéndose algunos de cierta consideración, hasta el punto de que uno de ellos, según fuente del sindicato Acaip, tuvo que ser trasladado al hospital de La Coruña con importantes cortes en el cuello.

«Tenían objetos punzantes y algunos nos amenazaron con su propia sangre, sabedores de que habría muchas reticencias para acercarse a ellos por el miedo a contraer alguna enfermedad», explica uno de los funcionarios que se vieron envueltos en los disturbios.

El momento en el que los altercado se recrudecieron es en el que menos funcionarios hay en el centro, catorce, por tratarse del turno de noche, lo que convirtió la situación en ingobernable para los vigilantes en pocos minutos. Fue en ese instante, en el que la situación adquirió un peligroso cariz, cuando el jefe de servicio, de 60 años de edad y con antecedentes por problemas cardiovasculares, sufrió el infarto que acabó con su vida, pese a la atención que le prestaron en la clínica de la prisión. Sólo gracias al auxilio ofrecido por una docena de funcionarios que se encontraban libres de servicio y que acudieron a la prisión se pudo restablecer la situación. Accidente desgraciado. La Dirección General de Instituciones Penitenciarias desvinculó la muerte del jefe de servicios del turno de noche de la revuelta y lo atribuyó tan sólo a una «circunstancia muy desgraciada». No lo ven igual, sin embargo, las centrales sindicales.
Para el CSI-CSIF, hechos como estos «están motivados por la masificación y falta de personal que estamos padeciendo en las prisiones españolas», mientas que Acaip atribuyó el aumento de la conflictividad en el centro a la política del actual subdirector de Seguridad del centro dada su «pésima gestión». La central, de hecho, advirtió de que si no se modifica la política de este departamento, «no descartamos que la convivencia continúe deteriorándose y tengamos que lamentar alguna situación similar de igual gravedad», por lo que va a solicitar de manera urgente que se destituya a este subdirector.